El miércoles estuve en una rueda de prensa de la Asamblea por la Educación Pública de Almansa. Reclamamos al ayuntamiento que mantenga abierto un comedor escolar en periodo estival para aquellos niños y niñas que necesitan que se les garantice una comida diaria en condiciones. Si alguien me preguntara por qué aparezco en esa foto le podría decir que lo hago como militante y miembro de la ejecutiva del PSOE; o como miembro de la propia Asamblea por la Educación; o como madre que pertenece a una asociación de padres y madres. Pero, esencialmente, le diría que lo hago como persona. Y esa sensación creo que es la misma que la del resto de personas que aparecemos en esta foto o en otras muchas en las que hemos aparecido o apareceremos reivindicado derechos.
Derechos de personas que hasta hace unos años todos dábamos por sentado. Estaban y por lo tanto ni los agradecíamos ni los criticábamos. Ahora, tras unos años en los que nos han quitado prácticamente todo (sólo hay que leer la viñeta y darse cuenta de todo lo que hemos ido perdiendo), miro esa foto, la de la rueda de prensa, y me faltan personas. Personas que no representen a nadie. Personas anónimas que seguro que algún “sin” de los de la viñeta lo han vivido de cerca o, si no han sido ellos, lo han sufrido algún familiar o vecino.
Y la falta de personas no es nueva. Ha existido en la mayoría de las concentraciones, manifestaciones, conciertos solidarios o actividades en general que, unos u otros colectivos, hemos realizado estos años reclamando lo que ha hecho falta para todos y para todas. Se habla de letargo, apatía o conformismo (es lo que hay). Parece que nos hemos acostumbrado…. ¿Acostumbrado?… Como personas no deberíamos habituarnos a ver cómo destruyen un sistema educativo público y de calidad reduciendo profesorado, aumentando la ratio, dejando de cubrir las bajas o quitando la gratuidad de los libros de texto ;no deberíamos habituarnos a ver cómo quitan, encarecen o venden servicios sociales básicos que se prestaban; no deberíamos habituarnos a ver cómo destruyen un sistema sanitario reduciendo personal, cerrando plantas, trasladando consultas o imponiendo el copago; no deberíamos habituarnos a ver cómo cada día hay más personas que viven sin ningún tipo de prestación; no deberíamos habituarnos a ver cómo nuestros jóvenes no pueden continuar estudiando porque les han reducido o denegado una beca o han tenido que emigrar al extranjero para encontrar un trabajo; no deberíamos habituarnos a ver cómo los dependientes quedan excluidos de las ayudas; no deberíamos habituarnos a ver cómo se perpetúa la pobreza y ,sobre todo, la pobreza infantil; ….
No nos acostumbremos. Aunque nos intenten callar con leyes mordazas, todavía tenemos voz y la tenemos para reclamar a quienes nos gobiernan lo que nos pertenece. La tenemos para luchar, como personas, por nuestros derechos básicos, los que han sido atacados por las políticas de austeridad y recortes de quienes nos rigen. Salgamos a la calle la próxima vez que alguien necesite nuestro apoyo. No permitamos que nos conviertan también en una sociedad sin personas.
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